domingo, 31 de mayo de 2009

ESPECIALISTAS EN LA SOLUCIÓN DE DISPUTAS

La figura que simboliza todo el sistema de compensaciones Wayuu es el pütchipü'ü o palabrero, el cual se asocia en la tradición oral a los pájaros por su despliegue retórico similar al canto de las aves con el cual busca lograr la conciliación de las disputas intraétnicas. Existen diferentes clasificaciones émicas de dichos intermediarios, las cuales se encuentran relacionadas con arquetipos mitológicos, con la gravedad de las disputas que asuman o se derivan del tipo de misión encomendada, ya sean graves casos de sangre, arreglos matrimoniales o el manejo de pequeñas querellas. Finalmente, estas clasificaciones pueden fundamentarse también en el grado de dedicación de un individuo a la función de palabrero.
ORIGEN MÍTICO DE LOS PÜTCHIPÜ'Ü O PALABREROS
El pájaro Utta aparece en distintas narraciones como un gran legislador a quien Ma'leiwa encomendó la clasificación de los Wayuu en clanes y quien dictó las primeras prescripciones en torno a su organización social (Paz Iipuana, 1972:197). Por ello fue premiado con collares30 por el héroe cultural y se le concedió un aspecto majestuoso además del don de la clarividencia y el buen humor. Utta es mencionado en el conjunto mítico Wayuu como el primer palabrero, que luego es sucedido en su oficio por Choochoo, una variedad de pájaro carpintero.
"El pájaro Utta anteriormente era una persona a quien enviaban tras algún caso como el pago de una mujer, de un herido a bala; también era enviado en el caso del cobro de una ofensa o en el caso de una sospecha injustificada, en fin, era enviado para cualquier caso donde fuese necesario arreglar un conflicto.
Utta no pedía collares por todo tipo de pago, solo lo hacía en los casos o hechos de la carne (eirukuu), se pedían por lo general dos ensartas de collares de tu’umá31 y se pedían, además, otros tipos de collares como aquellos llamados karuneeta y kurulaasha. Además de esto se pedía otro tipo de collar antiguo llamado wouwouyaa. También pedía unos collares llamados aliitasii y waliruinyaa. Esto era lo que pedía Utta por los hechos de la carne. De los collares tu’uma solo se pedían dos, pero de los demás se podían pedir más de dos. Cuando Utta era enviado para el arreglo de este tipo de casos, el palo que llevaba en sus manos era de pali’isepai no era delgado sino más bien grueso.
Utta llegaba y decía:
- Ah... aquí me han mandado con este mensaje.
- Ah... si te han mandado debes hacerlo bien, la palabra debe ser llevada de una manera recta, en una sola dirección, no debes ocasionar otro problema, ya que la palabra siempre debe ser bien llevada, por eso esperamos que lo hagas bien, ya que te han mandado hacia nosotros por ser un hombre serio y correcto.
-. Ah... así lo haré- decía Utta.
Utta lo que hacía cuando le entregaban las cosas resultantes del pago, reunía32 a todos los familiares, niños, jóvenes, adultos eran reunidos absolutamente todos, si por alguna casualidad alguien faltaba era esperado.
Los collares no eran recibidos sino hasta que todos estuviesen reunidos pues él recibía en sus manos los collares delante de todos y allí a todos se les pedía opinión. Las mujeres, jóvenes varones y adultos a ver si estaban de acuerdo o que les parecía o si les gustaba.
Entonces los Wayuu respondían:
- Ah... si, estamos de acuerdo, nosotros queremos que se nos pague -.
- Ah... decía Utta, eso era lo que yo quería saber, aquí saco estos collares delante de ustedes para entregárselos.
De pronto Utta dijo. - ¿Cómo quedarán estos collares en mi cuello? ¿será que me llenan el cuello? Comenzó a ponérselos todos uno encima de otro. Luego se los quitó y continuó diciendo: -Ah... Bueno aquí están los collares, todos entran en mi cuello, entonces que se acerque quien los reciba, alguien quien vaya a saber de estos collares.-
Yo soy la persona quien tiene que saber de ellos.- Dijo, la abuela del herido.
Utta respondió a su vez - Aquí están los collares, yo te los contaré: Aquí están dos collares de tu’uma, un collar de corales, un collar de karuneeta, un collar de walirüinyaa, y un collar muy fino llamado wouwouyaa, también te entrego un collar de aliitasii. Bueno, esta es la forma como se hacen los pagos, claro que existen otras cosas de menor valor como el oro ese oro pequeño, pero los mejores son estos, que les he mostrado anteriormente con ello se paga la carne, bueno reciban ustedes esto.
-Ahora yo voy a pedir lo que corresponde a un pago de carne, en animales - dijo Utta. Anteriormente no se pagaba con cabras, se pagaba con vacas o mulas. Los caballos, no eran muchos, eran más numerosas las mulas y las vacas, aunque las mulas son más antiguas que las vacas, estas llegaron mas tarde. Entonces se entregaban las vacas en un numero de diez, todas ellas paridas por el valor de la palabra de Utta, después se daban las mulas pero no daban muchas solo se entregaban dos así como los collares de tu’uma.
Entonces se decía, aquí están las diez vacas paridas que darían un numero de veinte con los hijos. Ahora la forma de pago será la siguiente: se hará un pago tres veces. Al año dijo Utta, después de este pago se les hará otro similar, y por ultimo otro pago con el que se completarán tres pagos pero este último estará constituido por diez burros y cinco vacas. A este pago se le llamará e'rirawaa (verse), el último pago se hace con burros no se dan collares, así se acostumbra a finalizar un pago. Las cinco vacas se entregan por parte de Utta, entonces viene la comilona y lo que se llama erajirawaa33 donde se bebe ishiruunama'a 34wuirüma 35También se comparte la koo’oima'a que es una bebida como el aguardiente, todo eso es para ser bebido por las personas agredidas y el que ocasionó el conflicto es llamado por Utta para que se de la mano con el ofendido, en este evento se dan las manos; entonces con los tragos en la e’rajirawaa 36se concreta la paz. Todo salía muy bien, no quedaba ninguna duda en los arreglos hechos por Utta.
Así sucedía anteriormente ya que Utta era un buen palabrero
.(Contado por el pütchipü'ü, Sarakaana Püshaina)
Algunas narraciones (Pimienta: 1998:18) registran el decrecimiento del prestigio del pájaro Utta como palabrero y su posterior reemplazo por Choochoo, el pájaro carpintero, al cual se le atribuye un carácter beligerante. El término Choochoo es utilizado actualmente por los Wayuu para referirse al intermediario que obtiene el pago de la compensación solicitada a partir de una retórica de la guerra.
"Utta aquel señor serio que estableció el valor, costo o compensación de todas las cosas, se dañó y por eso la bajaron de categoría. Dijeron - vamos a bajar a Utta- y lo bajaron, pero le quedaron los mejores collares en su propiedad, Utta fue reemplazado entonces por Choochoo, el pájaro carpintero. Choochoo comenzó su mandato con palabras fuertes, los Wayuu le tenían miedo a causa de que el alzaba mucho la voz, era muy diferente a Utta. Usaba lania, (amuletos o contras) tenía la llamada Kamaralia. Esta contra hacía temblar a las personas, bastaba que se dijera: allí viene para que los Wayuu temblaran. Cuando hablaba era peor, todos se ponían nerviosos al escuchar su voz, su propia palabra ya era un acontecimiento. Mas, los Wayuu fueron resintiéndose por las palabras de Choochoo, por la forma fuerte en que respondía. Los Wayuu entonces comenzaron también a dar malas respuestas y hasta solicitaron pago por la forma ofensiva en que se dirigía a ellos. Entre las contras que usaba Choochoo estaban el jashieepi y kamaralieepi, por eso era que hasta aquel Wayuu que era fuerte se le ponía la carne de gallina por las palabras de Choochoo, producto de las contras que usaba. Fue así como se inició el cobro por medio de la palabra, pero el primero fue Utta." (contado por Sarakaana Püshaina)
Otros pütchipü'ü, primigenios son Püsichi, el murciélago, y el mono, Juchi, llamado usualmente con el termino Maako.37 Püsichi, era un palabrero que hablaba en la penumbra de la madrugada o al finalizar la tarde para que no se pudiese ver la expresión de su rostro. En contraste, la actuación de Utta era llevada a cabo en la claridad de las primeras horas de la mañana. Los Wayuu actuales suelen dar aquella denominación en primer lugar de manera despectiva a todos los palabreros,38dado que su arribo a un asentamiento coincide frecuentemente con las salidas habituales de dichos animales, en segundo lugar se refieren especialmente a aquellos intermediarios que no son claros en sus argumentos y cuyas intrigas pueden agravar una disputa. Finalmente, Maako es presentado como una persona inmadura e irresponsable que cuando era enviado a transmitir la palabra se quedaba en los caminos distraído en juegos eróticos con las perdices.
"Maako era un Wayuu, no era otra cosa, era un Wayuu juguetón anteriormente. Le gustaba jugar demasiado, jugaba todo lo que se considerara juego entre los Wayuu, como la yonna. No se estaba quieto ni un solo momento. Aunque era buen palabrero, no era serio como lo era Utta, lo mismo le sucedía a Püsichi como palabrero, ellos no se cuidaban, se comportaban como niños.
La historia de Maako para que quedara de esa manera fue así.
Estaban bromeando y jugando en una yonna, Maako aparte de jugar y bromear se burlaba de los pájaros que estaban bailando como las perdices, todos estos animales eran personas anteriormente. Maako los molestaba, les imitaba r por eso se quedó así para siempre burlón y juguetón cuando ocurrió el cambio de su figura.
Una vez hubo una fiesta, a la que Maako asistió, él empezó a molestar y a bromear, entonces las perdices también empezaron a bromear con él. Maako no bailaba derecho sino torcido, las perdices le dijeron:
-¿Por qué te portas como un niño?. ¿Por qué no eres una persona recta si eres un hombre rico? Le dijeron las perdices. Si a nosotras nos pasa algo es por tu culpa, por andar con el desorden en el baile. Una de ellas le dijo a Maako. ¿Qué pasará si yo me pongo a bailar delante de ti, sola?. Tu no me haces falta para bailar y corrió a bailar sola, de pronto dijo: Aquí estoy yo sin parejo, ya se me cayeron los genitales, porque estoy sin parejo, entonces Maako dijo:
-A mí, es a quien le estás diciendo eso. De pronto movió la mano y se encontró con una cola, aunque el antes no tenía cola puesto que era un Wayuu, pero la cola se le apareció de pronto por las palabras de la perdiz: “se me cayeron los genitales”. Esto lo dijo por que le molestó la necedad de Maako y de allí fue de donde se originó que el Maako tuviera cola, por tal razón aunque ellos eran palabreros nunca fueron como Utta." (narrado por el pütchipü'ü, Sarakaana Püshaina)
Los arquetipos anteriormente mencionados funcionan como referentes mitologicos que limitan los desbordamientos de los palabreros y previenen la distorsión del sistema normativo Wayuu en general. En este sentido, se considera conveniente que los intermediarios manejen una ligera dosis de humor al arribar al escenario de la conciliación para distensionar el ambiente, sin llegar a los extremos de comicidad de Maako; se tiene por saludable la prudencia en la conducta del pütchipü'ü, sin que su sigilo se torne tan sospechoso y oscuro como el invisible rostro de Püsichi; y se alaba, por ultimo, la firmeza del palabrero y su respetable figura, pero su mensaje no debe percibirse como una amenaza al bando contrario como solía hacerlo el arrogante Choochoo. Finalmente, aun el persuasivo y prestigioso Utta puede perder su reputación si llega a caer en las tentaciones de la lujuria.
CLASES DE PALABREROS
Cuando una familia extensa Wayuu decide exigir compensación material por el quebrantamiento de una norma social suele recurrir a este intermediario especializado llamado en Wayuunaiki pütchipü'ü, pütche'ejana, o pütche'ejechi, al cual suele designársele en español con el nombre de “palabrero”. El termino pütchipü'ü designa a un auténtico especialista dedicado a la solución de disputas. En contraste, la palabra pütche'ejana tiene un carácter más amplio y en realidad puede referirse a un mensajero, pero el acto de llevar un mensaje es solo una de las funciones del pütchipü'ü, y no abarca la totalidad de estas. El término pütchipü'ü, indica según Jusayu y Olza Zubiri (1988:165) “más dedicación o profesión que pütche'ejechi”. De acuerdo con lo declarado por la mayoría de los informantes entrevistados el termino pütchipala hace alusión al interlocutor del pütchipü'ü, el cual es usualmente el jefe tradicional del grupo familiar hacia quien se dirige la reclamación. Este receptor de la palabra no es, necesariamente, un palabrero reconocido, mas debe ser un hábil orador y tener experiencia en situaciones de conflicto. Muchos palabreros se han iniciado en el oficio desempeñando inicialmente funciones de pütchipala en el seno de su propia familia extensa y ante un brillante desempeño pueden ser solicitados para reclamar compensaciones materiales en nombre de otros grupos familiares involucrados en una disputa.
La existencia de diferentes clases de palabreros es mencionada frecuentemente por los propios especialistas entrevistados. Estos distinguen entre quienes se dedican a casos de sangre y quienes se especializan en los arreglos del precio de la novia. Existen también palabreros menores que concilian pequeñas querellas en los vecindarios indígenas aconsejando a un joven que se embriaga con frecuencia o reconviniendo a una mujer descuidada en las labores del hogar. El palabrero de matrimonio o aquel que solo se limita a cobrar es llamado maünai39 o maünapui, el cual no requiere apelar a elaborados recursos de oratoria para conciliar un conflicto. Según Perrin (1965:95) cuando las partes han acordado la compensación económica el pütchipü'ü se convierte en maünai dedicado a ultimar detalles referidos al tiempo en que se realizaran los pagos.
FORMACIÓN DEL PALABRERO TRADICIONAL
"Aprendemos a través de la observación y la experiencia de la palabra. Es algo que pasa de generación en generación. No se requiere escuela como tienen los alijuna. La palabra se aprende escuchando a los mayores, a los palabreros, a las personas que saben hablar e interpretar un mensaje. Esta se lleva en la mente y en el corazón para luego transmitirlo a las futuras generaciones, de esta manera conservan nuestras costumbres y mantienen el poder de la palabra.
Cuando una persona siente que tiene aptitudes para ser palabrero puede comenzar ya sea por insinuaciones de otra persona mayor, por coraje o por que quiere comprobar si verdaderamente es capaz. Comienza por arreglar problemas sencillos, sigue y va aumentando hasta llegar a arreglar problemas difíciles como los casos de muerte por arma de fuego. Así se llega a ser un palabrero reconocido, de mucha experiencia y el mismo va madurando en su oficio.
Los palabreros aprendemos en nuestro medio, escuchando a otros palabreros, no necesitamos ir a otras partes para adquirir conocimiento. Arreglar los problemas y aconsejar a ambas partes es nuestro oficio, en el aprendemos a callar las ofensas proferidas por algunas de las partes ya que lo que buscamos es la paz de las familias ofendidas" (Isidro Epinayuu, conocido como Chamuuna, palabrero de consejos y disputas menores, vecindario indígena de La Ceibita, Riohacha).
EL PALABRERO COMO INTERMEDIARIO Y COMO MEDIADOR
Entre los distintos especialistas encargados de la solución de las disputas humanas podemos mencionar a los defensores legales, intermediarios, mediadores, mediadores rituales, conciliadores, árbitros y jueces, los cuales pueden ir señalando los distintos grados de autoridad progresiva de cada uno de ellos en las querellas existentes en el seno de las sociedades en donde estos actúan. Para entender el verdadero rol del pütchipü'ü es necesario precisar conceptualmente las diferencias existentes entre estos tipos de especialistas.
Según Gluckman (1978: 226-227), los defensores legales existentes entre los Comanches eran guerreros fuertes de la tribu buscados por los hombres débiles para insistir en su demanda contra un supuesto ofensor; él podía forzar a un demandado a pagar como lo hubiera hecho el demandante si hubiese tenido poder y fuerza. Los intermediarios, existentes en distintas sociedades, se hallan limitados a la transmisión de los reclamos de la parte ofendida y no les está permitido apartarse por su propia voluntad de éstas o proponer soluciones inconsultas. En contraste, los mediadores pueden libremente sugerir soluciones para las partes enfrentadas. Los árbitros que existían entre los indígenas Yurok de Norteamérica podían tornar sus decisiones en obligatorias. No obstante, en reales circunstancias de la vida frente a algunas situaciones especificas un intermediario puede tomar el control de una situación como si él tuviese autoridad para hacerlo y, en otras situaciones, un juez y un arbitro buscarán persuadir a las partes en disputa como si ellos no tuviesen autoridad para hacerlo (Mansen, 1988:54). El conciliador entre los Ifugao puede persuadir, adular, sonsacar, amenazar, forzar, insinuar y hasta reñir para obtener su cometido. Él puede desatender las peticiones de los demandantes en un proceso y apoyar las propuestas de los demandados hasta que se llega a un punto en que las partes puedan avenirse. Entre los Nuer -pueblo de pastores del África- existe una persona llamada el hombre de la tierra el cual puede poner fin a la lucha entre dos partes cavando la tierra entre ellos. Este es catalogado como un mediador ritual, el cual no escuchará ni sopesará las pruebas de las partes en disputa y le es permitido, incluso, amenazar con establecer sanciones sobrenaturales para el bando que se niegue a poner fin al conflicto (Gluckman 1978: 227).
El palabrero Wayuu puede, en sentido estricto, considerarse un intermediario en la medida en que sólo lleva las "palabras" y peticiones de la parte ofendida hasta los agresores y aclara, antes de exponerlas, que no se apartará de lo que le fue encargado transmitir. Saler (1988:117) ha señalado que el palabrero ideal se trata en efecto de un intermediario y no de un mediador, ni de un árbitro, puesto que los mediadores pueden sugerir soluciones y los árbitros pueden transformar sus propuestas en obligatorias para las partes. Empero, según el mismo autor, cuando el palabrero es hábil orador, rico o persona de prestigio, es posible que sea más que un simple intermediario pues la conciencia de su propia importancia puede llevarlo a realizar propuestas concretas que obtengan la terminación de la pugna. Por mi parte, considero que en la medida que el proceso se torna más complejo y se dificulta el acuerdo entre las partes, el palabrero Wayuu abandonará progresivamente su rol de intermediario y asumirá el papel de un auténtico mediador que se esforzará, mediante un despliegue de recursos retóricos, por encontrar una salida pacífica a la querella y evitar el desencadenamiento de un enfrentamiento armado.
LA MUJER COMO PALABRERA
Algunas desavenencias surgidas dentro de los vecindarios indígenas pueden ser conciliadas por mujeres. Estas pueden solicitar incluso el pago de indemnizaciones por faltas leves, sin que ello implique que éstas se desempeñen como auténticos especialistas o pütchipü'ü. Los testimonios sobre su desenvolvimiento como palabreras en el pasado en hechos de sangre son escasos y contradictorios. Varios entrevistados hablaron de mujeres que se comportaban como hombres, portando armas e interviniendo en la solución de graves conflictos, tal es el caso de Blanca Iipuana quien es mencionada en distintas entrevistas como palabrera de la zona de Jalaala y de Kuramarü, mujer de Rapeerü y oriunda de Chimare, quien sabía responder la palabra y asignaba a los miembros de su grupo familiar extenso él numero de animales que debían aportar para reunir la compensación que les era exigida. Estos ejemplos tienden a reafirmar la concepción tradicional de que el papel de pütchipü'ü tiene un marcado carácter masculino.
Recientes procesos de urbanización de la población Wayuu han llevado a que algunas mujeres se desempeñen como reclamantes de indemnizaciones en incidentes graves, especialmente en disputas de carácter interétnico. Catalina Rodríguez Iipuana, ya fallecida, fue considerada por algunos palabreros debido a su temperamento y discurso, como mujer de “palabra caliente". Se destacó en la ciudad de Riohacha durante la segunda mitad del siglo XX como mediadora en disputas surgidas entre los miembros de la etnia Wayuu y los habitantes criollos de ese centro urbano. En épocas más recientes en la sede de la organización indígena Yanama, en Maicao, Rosa Gutiérrez Pana, miembro del clan Epieyuu, de la zona costera de Carrizal se desempeñó como conciliadora en disputas de carácter intraétnico e interétnico. En estos casos, una figura femenina como interlocutora puede suavizar las tensiones entre personas de diferentes culturas y posibilitar un acuerdo dirigido a compensar una muerte en accidente de tránsito o la gravidez de una joven Wayuu por parte de un hombre no indígena.
Las oficinas gubernamentales de Asuntos Indígenas han involucrado recientemente a mujeres encargadas de la solución de las disputas intraétnicas e interétnicas que se resuelven principalmente en medios urbanos. En estas circunstancias las formas de conciliación pueden apartarse frecuentemente del protocolo tradicional y se recurre a figuras jurídicas occidentales como la elaboración de actas de conciliación y la colocación de fianzas para sancionar futuras agresiones.
LOS BENEFICIOS ECONÓMICOS Y SOCIALES DE SER PALABRERO
Los palabreros reciben algunos elementos derivados de la entrega de la compensación que ha solicitado y obtenido en nombre del grupo reclamante. Su pago se toma de los animales u otros elementos recibidos. Usualmente el pütchipü'ü recibe la mejor res o algunas ovejas o cabras en pago de sus servicios, si bien ello va a depender del monto de la compensación entregada. El palabrero ambicioso que no oculta su interés en derivar provecho económico de un arreglo recibe el calificativo de ko’utünashi: glotón.
"El buen palabrero espera a que le pregunten. ¿Cuánto le regalamos mi tío? Y es cuando él pide la cantidad que quiere. El hablar es caro puesto que me someto a la mirada de la gente, que me trasmite malas energías con la fuerza de sus ojos. Cuando llevamos la palabra o cuando hablamos y nos vamos tiran las bancas donde nos hemos sentado, riegan agua sobre nuestras huellas, eso es desearle mal a uno. Lo que a mí me regalan como palabrero, no lo menosprecio, ni me pongo con ambiciones desmesuradas, tras de eso. Mi pago lo calcula el que me manda; ellos hablan entre sí y dicen; es bueno que le demos una buena paga, y como han visto que las cosas han salido bien, yo recibo lo que decidan darme." 40(Ismael Pana, entrevista en terreno)
En la actualidad, es posible entregarle dinero por su desempeño aunque ello es una práctica de reciente introducción. Es en extremo difícil que un palabrero experimentado se enriquezca con los elementos recibidos como pago. El tiempo dedicado a los negocios ajenos le lleva, por el contrario, a abandonar temporalmente los suyos. En realidad el beneficio más importante que recibe por una disputa conciliada es el aumento de su prestigio como tal. Su fama se extenderá entonces por todo el territorio guajiro y a su casa llegarán muchas personas solicitando su intervención en otras querellas. De cada caso conciliado le quedarán nuevas relaciones sociales o reafirmará las antiguas. Los grupos familiares involucrados, reclamante y agresor, pueden agradecerle su intervención y llamarle en futuras disputas. Si, por el contrario, el palabrero fracasa en su empeño, éste precedente será tenido en cuenta y su prestigio puede comenzar a disminuir. Por ello debe reflexionar cuidadosamente sobre la aceptación de la misión encomendada y evaluar sus reales posibilidades de éxito. Para ello tendrá en cuenta la posición social del grupo agresor, la real disponibilidad de bienes de estos, la ascendencia social que pusiese tener sobre aquellos y los precedentes de su comportamiento en otras situaciones conflictivas.
Algunas de las narraciones que nos hablan de arquetipos mitológicos de los especialistas en la solución de disputas tales como Utta, Chocho, Püsichi y Maako muestran como el palabrero no siempre es idealizado en la mentalidad tradicional Wayuu. Aun el propio Utta puede ser objeto de criticas por su actuación (Perrin, 1979:194; Pimienta, 1998:18) y es presentado en ciertos relatos como inclinado a la homosexualidad. Él palabrero puede ser objeto también de críticas encubiertas que denigran de su oficio dado que, aunque revestido de prestigio en el modelo ideal de su sociedad, este se encuentra de alguna manera inmerso en el espinoso terreno de las competencias políticas, económicas y sociales de las distintos grupos familiares Wayuu. Por otro lado, la dedicación exclusiva a la solución de los problemas ajenos conlleva en ocasiones el abandono de sus intereses particulares. El palabrero es criticado por su carácter andariego y, en cierto modo, irresponsable con sus propios bienes que le lleva a ausentarse frecuentemente del hogar en tanto que su rebaño se encuentra la mayor parte del tiempo sin pastor.
Algunos palabreros llegan a tener mala reputación como tales, especialmente aquellos que, guiados sólo por su propio interés, no se apegan a la misión encomendada tornando confusa la situación de ambas familias lo que puede ocasionar nuevas agresiones y, por consiguiente, un agravamiento de las hostilidades. En contados casos, cuando su presencia no es deseada, los miembros del grupo familiar que debe efectuar la reparación de una falta lanzan conjuros a su marcha volteando el banco en donde estuvo sentado y arrojando agua y cenizas sobre sus huellas para que no retorne jamás.
LA INDUMENTARIA DEL PALABRERO
La indumentaria de un pütchipü'ü no difiere de la de un alaülaa o jefe tradicional Wayuu: sombrero, camisa occidental, faja y faldón tradicional, calzado guajiro y bastón o Waraarat. Antiguamente usaba el atuendo tradicional de los jefes Wayuu llamado She'in Palajana, el cual era una especie de clámide. Hoy en día algunos palabreros visten a la usanza occidental usando pantalones, calzado de cuero y gafas para el sol. No obstante, la mayoría conserva el atuendo ancestral indígena.
De todos los elementos de la indumentaria de un palabrero es el uso del bastón el que lo caracteriza entre los Wayuu. El llamado waraarat, término con que habitualmente los Wayuu se refieren de manera genérica al bastón del palabrero, es construido a partir de un bejuco que le da el nombre (Paullinia densiflora). Otros bastones usados por los palabreros son el mureena, el pali'isepai y el atachenka. Su uso se encuentra establecido en las antiguas narraciones mitológicas indígenas: "Utta usaba un bastón de pali’isepai que utilizaba para concentrarse y compenetrarse con la tierra donde dibujaba la representación de sus pensamientos........ El verdadero palabrero siempre llevará un palo de pali’isepai."(Sarakaana Püshaina)
El bastón, vehículo de la palabra, cumple distintas funciones que ayudan al palabrero en su oficio. Este es considerado como punto de apoyo del cuerpo e, igualmente, instrumento de apoyo de la memoria, pues en la medida en que expone sus reclamaciones traza figuras en la arena que funcionan como eficaz recurso nemotécnico para expresar de manera ordenada sus argumentos. Por ello, tanto el pütchipü'ü, que lleva la solicitud de compensación, como el pütchipala, quien recibe la palabra, dibujan en la tierra para luego responder uno a uno los alegatos de su contraparte. Este momento del proceso Wayuu recrea el encuentro mitológico entre el pájaro Utta (palabrero primigenio) y Mmá (la tierra) a través del bastón que actúa como simbólico puente entre el mundo sobrenormal del mito y el mundo normal de la vida cotidiana. "El wararaat también lo utilizamos para dibujar en el suelo por que la tierra nos habla con un lenguaje muy especial, ella nos orienta en lo que debemos decir, cada línea lleva el mensaje que nos da la propia tierra. Si no es bien escogida nuestra palabra, hacemos otras líneas en la arena. A medida que reflexionamos sobre nuestras expresiones, gestos y movimientos meditamos sobre cual será el hierro41 o la figura que la tierra quiere para que nos diga la palabra que debemos trasmitir." (Palabrero Moroi Epieyuu o Manuel Peñaranda , entrevista en terreno).
El bastón tiene también una función ilustrativa pues con el se debe mostrar a una persona y se ilustran los pormenores de un caso trazando en el suelo líneas o círculos que representan un cruce de caminos, un corral o una vivienda. El bastón preserva al pütchipü'ü del contacto directo con los miembros del grupo ofensor y garantiza su probidad dado que no es bien visto que se deje manosear de la contraparte o que señale con el dedo a la persona responsable de los hechos o a un testigo presente en el escenario.
Los bastones reflejan también en su dureza la fortaleza del palabrero que le usa para defenderse de los peligros del camino. Este recuerda al auditorio, al tener en una mano los collares y en la otra el duro madero del pali'isepai, que, además de la compensación, la fuerza se hallará siempre presente y será otra vía frecuentemente recorrida para la solución de una disputa. "El pali'isepai se usa para calmar a los locos o personas sin juicio, aquellas que tratan de sublevarse y no dejan que se les dé ningún consejo. El atachenka lo usa el palabrero como defensa por si se encuentra con personas que son irrespetuosas; lo usa entonces para partirle los huesos si es necesario. Finalmente, todos sirven también para espantar a los perros que salen a nuestra llegada". (Müritchon Epieyuu, palabrero de matrimonio)42
Cuando termina de intervenir con buen éxito en una querella, el palabrero y las personas que componen su cortejo reciben alimentos por parte de los miembros del grupo familiar a los que ha llevado la palabra y una vez concluidas las viandas que una joven le ha llevado, el bastón le sirve para limpiar la grasa de cordero de sus manos y su boca acrecentando el brillo de este elemento principal de su indumentaria, con lo cual refleja en el las numerosas disputas que ha solucionado a lo largo de su vida.

EL ESCENARIO DE LA CONCILIACIÓN
Los Wayuu utilizan el término pütchi para referirse de manera genérica a una disputa que es llevada a lo que sería el equivalente a la arena pública en otras sociedades. Los otros grupos familiares indígenas, aunque no se hallen presentes físicamente en el escenario de la conciliación, estarán atentos al desenlace de los hechos. Una de las acepciones del vocablo es la de "palabra" y constituye la raíz de voces ya mencionadas como pütchipü'ü, pütche'ejana, o pütche'ejechi. También puede hacer alusión al proceso en general y en ese sentido un individuo puede afirmar que va a asistir a un pütchi, es decir, a escuchar los argumentos de las partes que intervienen en una querella.
Los escenarios de un arreglo comprenden tanto el lugar en donde se encuentra reunidos los miembros del grupo reclamante, como el asentamiento en el que reside el grupo que debe otorgar la compensación material. En éste se recibe al pütchipü'ü, encargado de solicitar, en nombre de los primeros, la reparación del daño causado. Según la norma ideal los miembros de las partes involucradas en un pütchi originado por una falta grave no deben verse las caras antes de que se haya efectuado la reparación de la falta cometida. En contraste, pequeñas discordias pueden arreglarse directamente y no requieren de la intervención de un palabrero especializado. En los escenarios de una conciliación por un hecho grave intervienen diversas personas con papeles e intereses distintos que representan tanto a las partes involucradas como a algunos grupos familiares ajenos a la querella
Perrin (1985:110) ha observado como el pütchipü'ü puede presentarse como poseedor de una norma objetiva de regulación: la “manera guajira” o Sükua'ipa Wayuu, desarrollada alrededor de la función del palabrero como justicia imparcial. Dentro de esta concepción ancestral, la compensación y no la venganza es la norma ideal de la solución de las disputas. La norma estadística parecería contradecir esta ideología dadas las frecuentes acciones de represalia que se presentan en la península y el número de conflictos no resueltos por la vía de la intermediación. Por mi parte, coincido con Picon (1996:315) en que la venganza es parte integral del sistema de compensación y que estas opciones de acción, lejos de ser excluyentes, tienen una función complementaria. La carencia de instituciones coercitivas como las que prevalecen en las sociedades estatales lleva a que la posibilidad de la represalia, siempre latente, funcione como un factor disuasivo que debe ser tomado en cuenta por quienes no desean llegar a un acuerdo dentro del protocolo tradicional..
INTERLOCUTORES, AUXILIARES Y OYENTES
Cuando el pütchipü'ü se encamina a solicitar una compensación material no marcha solo hacia el lugar en donde residen las personas que van a escuchar su reclamación. Él, parte usualmente acompañado por un reducido séquito de personas que escucharán las palabras que va a transmitir. Los miembros de la comitiva van a cerciorarse de que aquel no se aparte de la misión que le ha sido encomendada y se cumpla fielmente su función inicial de intermediario. Quienes le siguen no son parientes cercanos al grupo reclamante; es probable que tengan nexos de afinidad con estos o sean vecinos de confianza, personas prudentes y de credibilidad que darán fe de las actuaciones del pütchipü'ü. En algunas ocasiones ciertos palabreros se hacen acompañar también de otro pütche'ejechi con menor o igual experiencia, el cual, una vez ha intervenido el palabrero principal, puede reforzar lo dicho por este para contribuir a lograr el arreglo. A este palabrero auxiliar se le conoce con el término sutujuna43 pütchipü'ü o vara de apoyo del palabrero. Todo este cortejo, además de ejercer un control sobre el desenvolvimiento del intermediario, contribuye, además, a darle un carácter solemne a la misión y a mantener elevado el ánimo del palabrero en una tarea que puede ser, en algunos casos, difícil y no exenta de peligros.
En el lugar en donde habitan los parientes del individuo que ha cometido la falta se encuentran el pütchipala, persona encargada de recibir la palabra, quien debe responder en nombre de todo el grupo familiar los argumentos del pütchipü'ü. Este debe ser usualmente el jefe tradicional de la agrupación familiar o, en su defecto, uno de sus miembros más representativos y prestigiosos. Allí también se encuentran, además de los parientes del agresor, los oyentes o aapajüshii, vecinos o afines de estos que pueden ser invitados o llegan voluntariamente a escuchar la palabra del pütchipü'ü, y la respuesta dada a éste. Actúan como testigos potenciales que pueden ser llamados ante cualquier confusión o distorsión de los hechos que se de en el curso del proceso. Su comportamiento debe ser comedido por lo que se invita usualmente a personas de buen juicio con amplio prestigio social.44
Una vez escuchada la respuesta del grupo ofensor el palabrero retornará hasta donde se encuentra reunido el grupo familiar afectado y transmitirá ésta, evitando mencionar cualquier expresión insultante que pueda perturbar el ánimo conciliatorio de quienes le comisionaron. En este sentido Mansen (1988:78) señala que el intermediario Wayuu tiene una relativa libertad de acción sobre el mensaje, dado que puede retocar el contenido, atenuarlo, enfatizarlo y cambiar las partes que considere convenientes para facilitar el arreglo. Solo una de las partes puede enviar representantes con el intermediario: la parte ofendida, pues a los ofensores no le es permitido hacerlo Si quienes le enviaron están de acuerdo con el monto de la compensación ofrecido por la contraparte, se le mandará de nuevo para que ultime la fecha y otros detalles del pago. El palabrero va y viene entre las partes hasta resolver definitivamente el conflicto a través de la entrega de la compensación material solicitada. Dependiendo de las circunstancias que rodeen el caso, este proceso puede tomar días y aún semanas. Si el palabrero no percibe un ánimo conciliatorio entre los miembros del grupo ofensor, pese a sus argumentos retóricos a favor de la concordia entre ambas unidades sociales, podrá comunicarlo a quienes le encargaron el caso sugiriendo incluso el envío de un nuevo intermediario el cual podría contar con razonamientos más eficaces que su predecesor o, lo que es más frecuente, con el ascendiente social requerido sobre los ofensores para conducirles a un arreglo satisfactorio.. El grupo reclamante puede optar también por no enviar a otro palabrero, en cuyo caso sus miembros guardarán un inquietante silencio que con frecuencia indica la preparación de una retaliación sangrienta.

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